En el sector eléctrico en el que nos movemos, tomar la decisión entre un producto económico y uno certificado marca la diferencia en seguridad y confianza. Los productos económicos suelen priorizar el precio, sacrificando la calidad de materiales y procesos. Esto puede acabar en fallos, sobrecalentamientos o riesgos en las instalaciones. No obstante, los productos certificados han pasado pruebas técnicas que garantizan resistencia, durabilidad y cumplimiento de normativas vigentes. Para un distribuidor de material eléctrico, apostar por lo certificado significa menos devoluciones, mayor satisfacción del cliente y prestigio en el mercado, además de garantía de cumplir con las normativas. Lo barato puede salir caro, no pocas veces.